¿Qué son las Finanzas Conductuales?

Las finanzas conductuales, o también llamadas finanzas del comportamiento, analizan las finanzas desde un punto de vista psicológico, describiendo cómo se comportan las personas y cómo toman las decisiones bajo riesgo, admitiendo que existen sesgos emocionales y cognitivos que explican el proceso de formación del precio de los activos.

El marco teórico estándar define a los agentes económicos como agentes racionales, esto es, que procesan de forma correcta la información disponible en los mercados y, con base en ésta, toman decisiones óptimas. Lo anterior llevaría a plantear que el mercado es eficiente, definiéndolo como aquel mercado en el que los precios siempre reflejan completamente la información disponible.

Pero la evidencia demuestra que la teoría clásica sobre la eficiencia de los mercados y sobre la racionalidad de los inversores presenta notables limitaciones a la hora de entender el comportamiento observado del precio de los activos y de explicar cómo se comportan en realidad los individuos a la hora de invertir. Cuando se trata de riesgo e incertidumbre, el comportamiento de los inversores puede resultar en un comportamiento no absolutamente racional, con su consiguiente efecto en los mercados[1].

Por ello, las finanzas conductuales ayudan a explicar el cómo y por qué los mercados pueden no ser eficientes y son tan proclives a periodos de volatilidad o a la formación de las burbujas en el precio de los activos, entre otras manifestaciones. Lo anterior parece mostrar que la formación de los precios en los mercados financieros a veces se mueve entre la razón y la emoción de los agentes.


[1] A este efecto conviene destacar algunos de los sesgos conductuales más importantes:

  • Efecto de anclaje: al tomar decisiones bajo incertidumbre, puede darse el sesgo a depender excesivamente de una información concreta, que es lo que actúa como ancla. Este anclaje actúa como sesgo heurístico que simplifica la toma de decisiones reduciendo la complejidad de la evaluación de alternativas al ajustar las estimaciones alrededor del valor ancla, independientemente de su relevancia objetiva.
  • Sesgo de confirmación: este sesgo se pone de manifiesto en la tendencia hacia la confirmación de hipótesis preexistentes o creencias personales mediante la selección e interpretación preferencial de nuevos datos o evidencias que las apoyen, al tiempo que se ignoran o se resta valor a aquellos datos que podrían refutarlas. Por ejemplo, este sesgo puede estar presente a la hora de adquirir un teléfono móvil. Si la persona que lo va a adquirir cree firmemente que una marca específica de móviles es la más fiable del mercado, cuando busque un teléfono móvil para comprar esta persona probablemente buscará información que apoye su creencia e interprete la información de manera sesgada.
  • Aversión a las pérdidas: este sesgo supone que las personas dan más peso a las pérdidas que a las ganancias de magnitud equivalente.

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