¿Qué finalidad puede perseguirse al operar con futuros?

  • Especulación: anticiparse al mercado con base en las perspectivas que el inversor tiene sobre el mismo. Así, en caso de considerar que el mercado tendrá una tendencia alcista (aumento del precio del activo subyacente), estará indicado comprar futuros, ya que esto le permitirá adquirir el activo subyacente en el futuro a un precio inferior al de cotización, mientras que ante una perspectiva bajista (minoración del precio del activo subyacente), el inversor estará interesado en vender futuros, ya que esto le permitirá vender el activo a un precio superior al que cotiza. La ventaja de operar con futuros, en lugar de mediante la compra directa de los activos, es que no se ha de pagar el precio total en el momento de formalizar el contrato, con el consiguiente efecto apalancamiento.
  • Cobertura: en ocasiones, la contratación de futuros no se debe a una finalidad especulativa, sino al interés del inversor en proteger su cartera de posibles minoraciones de su valor. Dicha cobertura consiste en tomar, mediante derivados, una posición a plazo contraria a la existente. De esta manera el inversor puede conseguir que las variaciones de precio de los activos que tiene en cartera tengan un efecto neutro sobre el resultado, ya que si, por ejemplo, el inversor mantiene unas acciones cuyo precio cae pero al mismo tiempo ha vendido un futuro sobre las mismas acciones, el resultado de la operación será neutro.
  • Arbitraje: tiene como finalidad aprovecharse de las ineficiencias del mercado en aquellos casos en los que la cotización del activo al contado no coincide con su cotización a plazo. Así, un arbitrajista lo que hace es operar simultáneamente a través de posiciones contrapuestas en los mercados al contado (mercado tradicional) y a plazo (mercado de derivados). Esto es, en un mercado actuará como vendedor y en el otro como comprador.

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