Gracias al desarrollo de Internet y a la capacidad de las computadoras, muchas Fintech ya ofrecen servicios y productos en las mismas líneas de negocio que los intermediarios financieros tradicionales. La actividad consistente en recibir del público depósitos u otros fondos reembolsables y en conceder créditos por cuenta propia está reservada a las entidades de crédito[1]. Los ámbitos de la financiación y de la prestación de servicios de pago, por ejemplo, ya no están reservados a las entidades bancarias tradicionales.
Como ya se ha puesto de manifiesto, el fenómeno de las Fintech no alcanza tan solo a los mercados de crédito, sino a todas las infraestructuras y servicios que se pueden prestar por el sistema financiero. Según la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO, según sus siglas en inglés), el término Fintech da cobijo a una variedad de modelos de negocio innovadores y a tecnologías que tienen el potencial de transformar la industria de los servicios financieros. Esta amplitud se podría concretar en ocho categorías específicas en función de la actividad desarrollada[2]:
- Pagos.
- Seguros.
- Planificación de finanzas personales.
- Préstamos y crowdfunding.
- Blockchain (monedas virtuales).
- Trading e inversión.
- Análisis de datos.
- Seguridad.
[1] Art.1 de la Ley 10/2014, de 26 de junio, de ordenación, supervisión y solvencia de entidades de crédito.
[2] IOSCO (2017): “Research Report on Financial Technologies (“Fintech”)”, February.