El emisor determina, por un lado, el volumen de financiación que precisa y, por otro, la rentabilidad que está dispuesto a ofrecer. Dividida su necesidad de financiación en títulos de un determinado nominal, fija el sistema de amortización, la forma de retribución, explícita o implícita, y, en el primer caso, la frecuencia del abono del cupón (interés nominal generado por el título).