Es una modalidad de depósitos a plazo fijo que ofrecen una rentabilidad mixta integrada por una parte fija y otra variable, la cual depende normalmente de la evolución de un índice bursátil de referencia o de la cotización de las acciones de sociedades concretas. El plazo de la inversión sujeta a una rentabilidad fija puede diferir del plazo correspondiente a la inversión con rentabilidad ligada a la referencia establecida.
En este tipo de depósitos, se suele garantizar la obtención de una rentabilidad mínima o, en el peor de los casos, el importe del capital invertido.
Estos productos han pasado a ser considerados productos de inversión, por lo que el cliente se convierte en inversor. El riesgo, obviamente, es mayor, puesto que el inversor está sujeto a múltiples variables exógenas del mercado que pueden hacer que la rentabilidad final sea del 0% o se pierda parte de la inversión inicial.
Ejemplo: Una entidad ofrece el siguiente depósito: inversión de 5.000 euros a un plazo de un año, con un tipo de interés nominal del 4% anual, y de otros 5.000 euros a plazo de un año, con una retribución equivalente al 35% de la revalorización del índice IBEX-35 en dicho periodo. En caso de que, al término de la operación, el IBEX-35 se hubiese revalorizado un 20%, el depositante habría obtenido la siguiente remuneración: 4% x 5.000 + 0,35 x 20% x 5.000 = 200 + 350 = 550 euros (equivalente a un 5,5% de interés).
En función del plazo y del tipo de interés, se liquidarán los intereses correspondientes a la imposición.